jueves, 20 de agosto de 2009

Contracorriente

Ya sé que todo es mucho es más sencillo. Conozco vuestra connotación negativa sobre la complicación. Una parte de mí también la comparte. Pero existe una sencilla complicación, lo que algunos llamáis alicientes, con la pequeña gran diferencia de que esos alicientes a los que os aferráis suelen ser superficiales o prefabricados.
Os encantan los alicientes masivos, los objetivos comunes, los que puedes compartir con un desconocido, ya lo sé. Sé que os han convencido con sus argumentos de
"Lábrate un buen futuro" o "Sé alguien de provecho"...
Podría replicar toda su tesis en pocas palabras pero tampoco es ésa mi intención, ni mucho menos, nunca me permitiría hacer cambiar, explícitamente, a una persona, ni tan sólo intentarlo.

Retomando el tema central, es curioso ver cómo consiguen hacer que aquél cuya vida no se rige por unos tópicos típicos se sienta excluido y esquinado. Me supongo que todos pensaron ésto alguna vez y sintieron la impetuosa necesidad de sentir qué era eso de tener personalidad, pero como dijo el señor Lobo, "el hecho de que seas una personalidad no significa que tengas personalidad".
Así que cuando enuncian "Sé un/a hombre/mujer de provecho..." supongo que en realidad quieren decir "sé alguien provechoso", provechoso para la sociedad, si es económicamente mejor, así la enforteces y sino, lo que deberías hacer es limitarte a callar y anhelar aquello que no lograste.

Asignaron un ejemplo a seguir y dictaminaron que todo el mundo tenía que querer seguirlo.
No sé, a veces alcanzo a respirar una incomodidad por su parte ante el hecho de soñar, de buscar alternativas, de no aceptar las falsas obligaciones que nos impusieron cómo mandamientos: la obligación de trabajar, de estudiar, de no llamar la atención, de obedecer a quien se debe obedecer, de respetar las jerarquías político-sociales y económicas, de no aspirar a llegar más allá de lo que se debe...

Sin embargo hay decretos que se dejaron por el camino, y que, a mi humilde parecer son esenciales, como el de no almacenar odio, no "prejuiciar" ante nada ni nadie, intentar mejorar como persona y no como consumidor, repartir y absorber el mayor número de sonrisas sinceras que se pueda, limpiar la mirada en otra mirada, compartir felicidad, arriesgar emocionalmente y buscar el bien común.

Que me digan lo que quieran, pero yo prefiero seguir complicándome la vida con tal de hacerla mucho más sencilla.

Viviendo de detalles y muriéndome de risa.