domingo, 14 de marzo de 2010

Por el suelo

Siendo sincero, no recuerdo qué ropa llevabas la primera vez que te vi.
Tampoco sé todo lo que te dije aquella noche. No soy capaz de acordarme de qué color son tus cortinas y desconozco cuál fue la primera canción que escuchamos juntos.
En mi opinión todo ello son estímulos necesarios para la mayoría de gente.
Estímulos útiles para recordarse a ellos mismos que todavía aman; que todavía quieren amar y tienen razones para justificar su amor.

Lo cierto es que nunca me fijé en tu suelo. Olvidé su color, su forma y su tacto.
No sé cuál de sus baldosas fue la primera que pisé, ni cuál sostuvo con más firmeza mis setenta quilos. Pero hay algo que perdurará en mí...
Recuerdo cada paso que dimos en aquel suelo y la razón que nos empujó a hacerlo. Todo lo que ocurría mientras nuestros pies estaban abrazando la tierra y girando junto a ella, desafiándose con la mirada, temerosos de cualquier ataque repentino que pudiera realizar el otro.

Pero ahora sé sincera; ¿Qué importancia podemos darle vos y yo a eso?
No tiene sentido que te hable de éstas cosas. Debe ser absurda nostalgia.
Los dos lo sabemos, volar es nuestro don. Acá en el cielo está nuestro hogar, nuestro suelo.
Una alfombra de estrellas.

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